Prosa de un adiós






Despierta me imagino que sus manos desmenuzaban este ser, 
pero siempre huye en distintas direcciones con la brisa, diseminándose entre tierra y agua.
¿Qué tormenta turbará sus hojas?
Le pedí al Dios del que me habló en la despedida, pero ¡carajo! 
Aquí está lloviendo.
Mientras sigo siendo el grito de un siglo muriendo...









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